Posted by Findûriel in , , , | 28.1.16 1 comment
Puede que os escandalice el título de esta entrada, pero os ruego que la leáis hasta el final.
Soy hace años miembro de una asociación literaria maravillosa, la Sociedad Tolkien Española. Llevo todo este tiempo aprendiendo (y enseñando) sobre las obras y la vida de este escritor, echándole horas para aportar y recibir momentos inolvidables, conocimientos intangibles y toneladas de material de estudio.

También resulta gratificante el esfuerzo invertido todos estos años (la STE se fundó en 1991) en tratar de hacer cada vez más conocida la obra de Tolkien en todos los ámbitos, y no sólo la obra que versa sobre la Tierra Media. Mi proyecto (de momento aparcado, debido a la enfermedad y la falta de tiempo) de la lectura guiada de 'El señor de los anillos' es, creedme, la aportación que menos esfuerzo me exige. Con eso lo digo todo.

Los miembros de la STE sabemos lo que es vibrar de emoción con una lectura de cuentos, pasarte horas machacando texto, colocando diapositivas, enterrándote en libros para dar una charla. Conocemos el cristalino sonido de las campanas de plata de las obras de teatro inspiradas en Tolkien. Hemos sentido el polvo de hadas en los párpados ante una actuación musical, o un momento de locura y humor. Como participante activa, he levantado la mirada del texto que estaba leyendo en voz alta y he visto rostros de todas las edades (tres, quizá cuatro años, los niños de delante... el de allí tiene treinta y seis, y el de más allá va camino a los sesenta) iluminados con la luz de Fäerie, con los cuerpos sentados en el suelo pero la imaginación galopando libre por las praderas de La Marca.

También sabemos lo que es trabajar, viajar cientos de kilómetros para apoyar una actividad, para dar una charla, para asistir a un encuentro. Coser de noche y pincharse los dedos, dibujar carteles, recopilar información, hacer cuentas, tararear canciones juntos mientras se pirograba o discutir sobre temas literarios con el rostro encendido y un café en las manos.




Las redes sociales han dado nuevas alas a la asociación. Hemos podido llegar a rincones donde antes no se nos escuchaba. Siempre hemos sido una asociación modesta con una voz limitada por el hecho de no recibir subvenciones. Una asociación de fotocopias y DIY, pero repleta de sabiduría y ánimos.

Y todo esto, incluso, antes del boom de las películas de Peter Jackson. Lo que intento explicar con esta introducción es que había Tolkien antes que Jackson, y había aficionados a Tolkien décadas antes de sus películas.

Por ello, no entiendo las publicaciones que leo muchas veces en las redes sociales en plan 'Hay que estar agradecido a Peter Jackson por hacer las películas'... ¿perdona? ¿agradecido?


El director Peter Jackson hizo las películas que le apetecían, con su propia visión de las cosas, y nos pueden gustar más o menos. Son productos de venta masiva, no queramos ahora tampoco clasificarlas en la categoría de obras de arte y ensayo... son productos de consumo rápido. Podemos opinar que están mejor o peor hechas (sí, amigos, podemos opinar) pero ¿estar agradecidos, así, por fuerza, las personas que amamos la obra de Tolkien?

Supongo que quienes tuviesen muchas ganas de ver hobbits en pantalla (y no conocieran las adaptaciones anteriores) le estén agradecidos, si el producto les gusta. Jackson seguro que está agradecido por los millones que le llegaron a la buchaca. Eso no significa que todas las personas a quien les gusta la obra de Tolkien, o la estudian, o trabajan por difundirla deban estar agradecidos a Jackson.

No es mi intención en este artículo enumerar fallos ni incitar al odio a las versiones cinematográficas de Jackson, sólo poner de relieve que no creo que haya nada que agradecer, por parte de todos los aficionados a la obra de Tolkien como colectivo, a este director.

De hecho, no estamos hablando de una carrera de fondo ni de un círculo sectario religioso donde cuantas más personas entren, más pasta se gana. Estamos hablando de una afición literaria (ni siquiera cinematográfica) donde las diferentes adaptaciones son simplemente visiones de un aficionado más. Yo, personalmente, no le estoy agradecida a Jackson por haber hecho sus películas. Me entretienen y me divierten, me gustan y me emocionan. Fui a los estrenos, las veo a veces cuando las ponen en la tele, me compré los DVD, Tengo incluso algo de merchandising entre mi hobbitalia. Sin embargo, no me provoca agradecimiento el disfrutar de sus películas en relación con mi afición por Tolkien, pago por ellas (sea de forma directa, como en el cine o con los DVD, o indirecta, como la publicidad de la tele), disfruto del entretenimiento (por esto podría estar agradecida, mira... pero bueno, tampoco) y no me transmiten ningún mensaje crucial para mi vida. En este caso, los mensajes que yo pudiera recibir de las películas se los debo a Tolkien, no a Jackson.

Las películas han dado a conocer a algunas personas la obra de Tolkien. Gente que no tenía ni idea de qué era eso de El señor de los anillos, o quién es Tolkien. Me parece magnífico, y también que haya gente entre esas personas que se sienta agradecida porque Jackson les acercó a Tolkien. De hecho, lo mismo les pasó a miles de personas cuando se estrenó la adaptación animada de Ralph Bakshi, dato que muchas personas parecen no conocer.

Pero no me parece nada que se deba agradecer por parte de todos los aficionados, hay mucha gente que ha conocido la obra de Tolkien por otros medios (como ejemplo os diré que las sociedades Tolkien, por ejemplo, existen desde 1965), y tampoco a las personas que exigen agradecimiento a Jackson se les ocurre sugerir que agradezcamos nada a las bibliotecas, los hermanos, los amigos, los colegios, los juegos de rol, el propio Bakshi, las dramatizaciones de la BBC...
Incluso hay gente, fijaos, que ha conocido la obra de Tolkien habiendo visto primero las películas... ¡y no tiene por qué estarle agradecido a Jackson! ¡Qué cosas!

De hecho, al haber producido una obra derivada condicionada por la visión de sus guionistas/director/productores y constreñida por el propio medio cinematográfico, también podemos encontrar efectos negativos de la propia adaptación. Por ejemplo, se ha dado el (lógico, visto el público) efecto de aceptar como canon expresiones/apreciaciones/frases/etc. que no lo son. Personalmente a las personas encargadas de trabajo de investigación y difusión nos provoca gigantescos dolores de cabeza cuando intentamos reencauzar las aguas. Especialmente recomendable es la sección 'not a Tolkien quote' de la web The Tolkienist.

Creo que... no. Esta frase NO  es de Tolkien. Y como esta, toneladas.
También podríamos hablar de la concepción errónea derivada de la visión particular del equipo de las películas respecto a personajes como Denethor, Legolas, Aragorn o incluso Frodo y Bilbo. O de cómo la escala de grises presente en muchos de los personajes de Tolkien se ha convertido en un claroscuro marcado, como si del entintado de un cómic se tratase, y de cómo muchos de los valores intrínsecos en las obras de Tolkien se han convertido en cenizas sin importancia frente a la espectacularidad del propio lenguaje cinematográfico, haciendo que los espectadores se pierdan esa parte de la obra si no deciden acercarse a los libros. Además, muchos de esos espectadores se han acercado a las obras esperando encontrar exactamente lo mismo que en las películas... con un resultado que les ha dejado claramente insatisfechos, cuando no directamente les ha espantado para siempre de las páginas de Tolkien... ¿el Pelennor, dos páginas? ¿No hay elfos en Helm? ¿Cuánto dices que ocupa el Concilio de Elrond? ¿NO HAY TAURIEL? Entre muchas otras cosas...

¿Qué he querido decir con todo este texto? Que si quieres estarle agradecido a Jackson, oye, haz de tu capa un sayo y agradécele lo que quieras. Pero no impongas que todo el mundo lo esté por un beneficio (a saber cuál) que tú presupones que recibe la gente porque existen sus películas.

1 comentarios:

Vila22 dijo...

Totalmente de acuerdo, hay muchas personas que creen que Tolkien no existía antes de 2001, o que deben pensar que no había aficionados a sus libros antes de Peter Jackson (al que muchos consideran una especie de nuevo mesías).

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